
El ciclo de la Vida sigue su curso inexorablemente y como seres conectados al mundo que nos rodea (“lo que es arriba es abajo”), el 20 o 21 de marzo en el hemisferio Norte y 23 de septiembre en el hemisferio Sur se celebra Ostara, el equinoccio de primavera, que es una de los 8 Sabbats o fiestas solares que representan la energía cambiante de la Naturaleza: Yule, Imbolc, Ostara, Beltare, Litha, Lugnasah, Mabon y Samhain.

Ostara celebra la paulatina recuperación del sol (que se encuentra a medio camino de su punto álgido en el solsticio de verano) así como la llegada de la primavera y el renacimiento de la Madre Tierra y todos sus pobladores. Es una fiesta dedicada a la renovación de todo lo vivo y a la alegría por haber superado un crudo invierno más.

A nivel energético, todos los seres vivos experimentamos cierta alteración en nuestros sentidos: la sangre bulle, inquieta, pidiendo que escuchemos su llamada; la fuerza vital brota, imparable. La Naturaleza se alborota, los animales durmientes se despiertan, muchas especies cambian su pelaje o plumaje, las manadas se reúnen y es el momento de la interacción social tras la pausa invernal. Es tiempo de renovación, de desprendernos de nuestra "piel", de transformarnos, cambiar y crecer al calor del sol, a la sombra de los árboles, al arrullo de las aguas del deshielo. Es tiempo de salir de la cueva e interaccionar con el Mundo.
La Tierra se abre a la semilla y nuestro cuerpo y espíritu hacen lo mismo: es ahora cuando hemos de plantar, física y energéticamente las semillas que seleccionamos durante la Época Oscura, durante las Lunas del frío. Todos los trabajos con la Sombra que hemos realizado meses atrás, desde Samhain, la tarea de identificar aquello que queremos dejar atrás para que haya espacio para lo que deseamos plantar, encuentra su sentido en este momento, en estas fechas.

Eostre deriva del proto-germánico *austrō, como también de la raíz proto-indoeuropea *aues-, “brillar”. Es evidente el vínculo entre Eostre y la diosa griega del amanecer, Eos, la Aurora de los romanos. Grimm señala la relación entre la “brillante” Eostre y el viento del este, que es el “espíritu de la luz” llamado Austri, mencionado en la Edda en prosa.